Quinta parte: PERSEO EN ARGOS
En la ciudad de Argos reinaba Acrisio como rey. Acrisio, quien era el abuelo de Perseo, había tomado la decisión de arrojar a su nieto al mar dentro de un cofre de madera.
Sin embargo, Acrisio se enteró de que Perseo seguía con vida, lo cual despertó en él un profundo temor. La Pitonisa había profetizado que su nieto varón sería quien finalmente lo mataría.
Perseo, en efecto, era el nieto varón de Acrisio, lo cual incrementaba su preocupación. Ante esta situación, Acrisio tomó la decisión de escapar de Argos y buscar refugio en la ciudad de Larisa.
Con Acrisio fuera de escena, Perseo asumió el trono y se convirtió en el nuevo rey de Argos. Fue en una noche memorable cuando la diosa Atenea, venerada como la protectora de los héroes y la sabiduría, visitó a Perseo.
En ese encuentro, Perseo le devolvió a Atenea su escudo, cuyo brillo resplandecía como un espejo. Este escudo había sido el fiel compañero de Perseo durante su travesía para derrotar a la temible Medusa.
Además de devolverle el escudo, Perseo decidió obsequiar a Atenea el bolso mágico que contenía la cabeza de Medusa. En agradecimiento por este valioso regalo, la diosa Atenea colocó la cabeza de Medusa como adorno en su propio escudo, agregando un elemento aún más poderoso y temible a su armadura divina.
Con este gesto de unión y gratitud, Perseo y Atenea establecieron una conexión especial, representando la alianza entre el héroe y la divinidad. Este vínculo auguraba nuevas aventuras y desafíos que les esperaban en el futuro.
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