Cuarta parte: EL REGRESO DE PERSEO

Perseo finalmente llegó al reino de Polidectes y se dirigió al palacio para reunirse con su madre, Dánae. Descubrió que Dánae había logrado escapar del palacio junto al pescador Dictis, ya que se negaba rotundamente a casarse con Polidectes.

La ira de Polidectes se desató al enterarse de la fuga de Dánae, y ordenó a sus soldados que los buscaran por toda la isla.

Cuando los soldados finalmente encontraron a Dánae y a Dictis, fueron encarcelados, convirtiéndose en prisioneros del rey tirano.

Perseo dijo que había cumplido con su promesa y traía la cabeza de Medusa.

Todos se rieron, sin embargo, Perseo no tardó en demostrar la veracidad de sus palabras.

Sacó la cabeza de Medusa del bolso y la mostró ante los ojos incrédulos de todos.

En un instante, Polidectes y aquellos que se habían burlado de él quedaron petrificados por la mirada de Medusa.

Ante tal hazaña, los habitantes del reino le rogaron a Perseo que se convirtiera en su rey, pero él rechazó la oferta.

Siendo el hijo de la princesa Dánae de Argos, Perseo tenía un único deseo: convertirse en el rey de Argos, su legítimo lugar de origen.

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